LA NAVIDAD

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Si buscamos una metáfora o imagen que contenga el profundo significado de la Navidad, tendremos que escudriñar muy de cerca la relación del hombre con su Dios. Dicha relación es y siempre ha sido agridulce: lo agrio, ya es tradición de la ruin criatura. Lo dulce, emana de la paciencia infinita de un Ser que nada necesita y que todo lo ofrece.

El verdadero espíritu de la Navidad podría ser expresado de manera más o menos precisa en un villancico. Hay muchos estilos de villancicos, algunos son más alegres, y otros no tanto. El que quiero imaginar posee la más jovial y triunfal de las melodías, pues debe indicar una total victoria del bien sobre el mal y la restauración del hombre por el Dios-Hombre. La melodía es la Redención. La melodía es el Niño Dios en el pesebre, rodeado de la Virgen María y de San José. Allí están los pastorcitos y los ángeles, glorificando a Dios. Allí están los animales, dichosos. En ese preciso instante nace el Dios eterno según la carne.

Suenan también acordes que acompañan. Se escucha en el fondo la armonía. El Niño ha nacido para sufrir y morir, según disposición divina. He aquí el triste e inevitable aspecto de la Navidad, que se cuela como profecía en el villancico. Vemos al Niño, recordamos al Redentor, y bajamos la vista porque somos nosotros la causa tanto de su Nacimiento como de su Muerte.

La caridad es amor sobrenatural, vínculo entre el hombre y Dios. Dios decidió ser nuestro Amigo y para que esto fuese posible nos ofreció la vida eterna. Poseemos la vida eterna como semilla si estamos en estado de gracia. La Navidad celebra esta amistad restaurada, y el villancico se vuelve entonces un canto al amor. El amor trae consigo sacrificio, pero para el que ama hasta el sufrimiento le es dulce. Al fin y al cabo, la melodía es lo único que se recuerda.

Nació Cristo Jesús en Belén, que en hebreo significa “casa del pan”. Y aquí se cierra el círculo. La manera de participar de los frutos de la Redención y de celebrar propiamente la Santa Navidad, es recibiendo el Pan de los Ángeles. ¡Dichosos los que cuentan en este día con una Misa ofrecida según la voluntad de Dios! Y los que no, recuerden que siempre se puede amar…

 

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