Destruir el papado para reconocer a Francisco

Esta imagen es tan absurda como el lefebvrismo

La posición lefebvrista es insostenible: reconocer a alguien como papa a fin de resistir su magisterio, sus leyes, su liturgia. “El papa es infalible sólo cuando define un dogma”, dicen. “La idea de seguir al papa en todo es algo ridículo, un ultramontanismo papólatra que se remonta al Vaticano I (1870)”, explican. La ocasión que los lleva a resistir un magisterio en apariencias pontifical es, por cierto, el contenido claramente herético de tal magisterio. Una posición que coloque al fiel en tal estado de perplejidad: si no me someto soy cismático, y si me someto, hereje, no puede llamarse prudencial. Todo lo contrario. ¿Pero cómo se evita entonces esta situación? Entendiendo que a partir de 1965 no hay ningún magisterio eclesiástico auténtico a reconocer, excepto por supuesto el de los Papas que reinaron durante casi dos mil años como reglas firmísimas de la Fe. El lefebvrismo, rechazando el único diagnóstico compatible con la Fe (y el sentido común) se ve obligado a reconocer un papado herético y una Iglesia en defección.

Analicemos brevemente la posición lefebvrista. Si el lefebvrismo está acertado, la Iglesia Católica es el único medio de salvación y, al mismo tiempo, es capaz de llevar a las almas al infierno, con la promulgación de leyes nocivas, la enseñanza de doctrinas falsas y la imposición universal de una nueva religión por parte del papa y la jerarquía. Para que uno se beneficie del aspecto salvífico de esta Iglesia, debe aceptar solamente dogmas declarados y resistir todo lo demás, excepto lo que el superior del grupo lefebvrista considere “tradicional”.

Lo que no es muy tradicional es esta noción de Iglesia pecadora que ha adoptado el lefebvrismo. Es más, quien ha defendido esta posición con mucha claridad es el mismísimo Hans Küng, conocido “teólogo” modernista que participó como “experto” durante el Concilio Vaticano II. Para el hereje suizo, la infalibilidad de la Iglesia consiste en no ser abandonada por Dios cuando yerra. [1]

El lefebvrismo queda completamente expuesto cuando deben explicar las canonizaciones de Roncalli, Montini y Wojtyla. La Iglesia Católica enseña que las canonizaciones son infalibles, actos solemnes y propiamente ex cathedra.

Acta de Canonización de Santa Micaela Desmaisières López de Dicastillo. Referencia: AAS n. 26, 1934.

Si Francisco es un Papa legítimo, con autoridad suprema y universal, entonces sus canonizaciones son tan infalibles como las de Pío XI. Si Francisco no tiene poder para declarar santos, como reconocen los lefebvristas (¿cómo van a aceptar virtud heroica en quien excomulgó a Mons. Lefebvre?), entonces se está admitiendo la vacancia formal de la Sede apostólica.

Es tiempo de despertar. Un tradicionalismo que rechace la doctrina tradicional del Papado es una contradicción en los términos. La única posición que preserva la indefectibilidad de la Iglesia es el sedevacantismo.


[1]

Küng, Hans, Infallibility? An Inquiry, (Garden City, New York: Doubleday, 1971), p. 181.

NADA NUEVO BAJO EL SOL

Algunos están sorprendidos por la apertura de la “Iglesia Católica” hacia los fornicarios, los adúlteros y los sodomitas. Sin embargo, esta nueva “iniciativa pastoral” no es más que la aplicación de los principios del Concilio Vaticano II a la cuestión de la familia.

Si puede haber elementos de verdad en las religiones falsas, que las vuelvan medios de salvación, ¿por qué no habrá elementos del sacramento del matrimonio en las uniones adúlteras? Si la persona humana tiene derecho a elegir cualquier religión que le plazca, ¿por qué no tendrá también el derecho a seguir la orientación sexual que más le agrade? Si el dogma católico es relativo, ¿por qué no lo será también la ley natural?

El problema del mundo es de carácter teológico. Después de 2000 años de cristianismo, el mundo ha apostado. La solución al problema del mundo, es también teológica: consiste simplemente en abandonar las enseñanzas del Vaticano II y en rechazar sus antipapas. Hasta que eso no suceda, no habrá paz.

Dios aborrece a los tibios, a tal punto que los vomitará de su boca para enviarlos al infierno (Apoc. III, 16). Querido lector, no tienes derecho a ser tibio. La Sangre de Cristo te ha redimido. Obra en consecuencia.

BREVE MENSAJE

El nuevo año escolar ha comenzado, y con él muchas ocupaciones. Mi intención es seguir escribiendo posts, pero de ahora en adelante serán más breves. Uno de mis proyectos es publicar sermones en castellano; los que presenté hasta ahora los preparé hace tiempo, mientras esperaba la renovación de mi visa estadounidense en Argentina. Aquí los sermones son en inglés y no creo que pueda hacer dos versiones cada domingo. El proyecto deberá esperar.

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En octubre, Jorge Bergoglio nos dará un nuevo argumento. El sedevacantismo (que no es otra cosa que catolicismo romano en tiempos de sede vacante) se ha visto muy beneficiado por la honestidad con que Bergoglio profesa su modernismo. Esperemos que la gente de buena voluntad, que aún sigue en comunión con Francisco, se anime de una vez a mirar objetivamente la situación de la Iglesia y rechace ya esta religión falsa del Vaticano II. Los que están contentos con el “efecto Francisco” deberían imitar su celo y honestidad, comenzando por abandonar el nombre de católicos, puesto que nada hay más lejano al catolicismo que el humanismo pagano reinante en sus mentes y corazones.